El libro “Nella bufera spagnola con le camicie nere della “Divisione d'Assalto Littorio” ("En la tormenta española con las Camisas Negras de la División de Asalto Littorio") de Adelchi Albanese narra la actuación del Corpo di Truppe Volontarie (CTV) en la Ofensiva Final, en marzo de 1939, y recoge algunas fotografías del Alcázar de Toledo, Nambroca, Villamuela (irreconocible) y Dosbarrios.
Se muestran las cuatro páginas de las fotografías y se aporta el capítulo “L’AZIONE DEL CENTRO” traducido por Google.
Fotografías (láminas 36, 39, 40 y 41).
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LA ACCIÓN DEL CENTRO
El 28 de febrero, tras una pausa de 20 días, salimos de Cataluña.
Una vez que nuestros cuerpos se hayan fortalecido, nuestros equipos, suministros y servicios hayan sido reajustados, retomamos el camino que hemos tomado mientras luchamos. Salimos para un galope todavía más excepcional: mil kilómetros, a hacer en tres días y en tres etapas: de S. Juan a Zaragoza, de Zaragoza a Aranda de Duero, de Aranda a Sotillo de Rincón, 40 o 50 kilómetros más allá de Ávila, la patria con torreones de Santa Teresa de Jesús.
El traslado, algunos días, de la totalidad del C.T.V. desde la zona de Barcelona hasta la de Ávila bastaría, a lo largo de la campaña española, para documentar la pericia de los comandantes de cada unidad y de los responsables de cada servicio, así como la excepcional disciplina de los legionarios.
Si se hubiera tratado de cargar ovejas o cestas de pollos en el gran 634, para lanzarlas, en tres etapas, a mil kilómetros de distancia, estoy seguro de que habría habido problemas. En cambio, cobran hombres, o más bien legionarios, es decir hombres al cuadrado y no dan nada.
Sin embargo, no es necesaria una reconstrucción colorida para ofrecer una idea de lo que debió ser permanecer durante 8 o 10 horas seguidas hacinado con 45, y a veces 50, personas en un vehículo, de pie, arrojadas con seguridad por todas partes excelentes <<<< carreteras >> de España.
Otros, mañana, con más autoridad que yo y con datos que yo
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no tengo, podrás escribir páginas muy interesantes y sacarle mucho provecho a lecciones útiles de la excepcional operación logística, que, repito, queda honrar a líderes y seguidores.
Tengo que limitarme a hablar de mi Regimiento.
Mencioné antes que tuvimos que dejar atrás varias de las que curiosamente se llaman "bases". El más importante en Miranda, otro en Albalate de Cinca, otro más en Albi.
Pues fue necesario retirar estos dos últimos, reuniéndolos con los de Miranda.
Y esto de forma normal, ya que es fácil imaginar cómo podría ser el servicio ferroviario en Cataluña, con las mil destrucciones brutalmente llevadas a cabo por los rojos.
Afortunadamente, durante toda la acción, se quitaron 14 camiones a los rojos, casi todos con sus respectivos conductores, y se regularizó su posición, como era costumbre (¹) lo estamos aprovechando, agradecidos a los gobiernos de Francia, Inglaterra y América. grandes sus suministros.
Hablando del uso de material ex-rojo, conviene recordar uno de los muchos aspectos característicos y paradójicos de la guerra española: el uso de prisioneros dentro del Regimiento.
Comenzó con un hermoso episodio que le sucedió al comandante del Folgore, Ferrari, en Monte Rey y que se menciona en mi otro libro « En la tormenta española con los camisas negras de Barbaelettrica >> y quedó para constituir una costumbre que estaba con el conocimiento del mando de la División del Viejo Littorio, incapaz, en las agotadoras acciones de Aragón, el Ebro y el Levante, de sustituir a los maquinistas de los trenes de bagajes.
El coronel, siempre observador intransigente de todas las normas y de todas las mentalidades militares, se había escandalizado inicialmente por mi propuesta de mantener, después de las primeras acciones, aquellas primeras
(1) El Comando Nacional, en proporción a las necesidades, siempre evaluadas con noble camaradería, expidió una autorización especial, la denominada << hoja Requisa para utilizar los vehículos hasta el final de la campaña.
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jurados en quienes por su edad, lugar de origen, sentimientos expresados y método de captura, se pudiera confiar; pero cuando vio que el cuartel general de la división, al que yo, para vencer sus escrúpulos, había escrito que, para no poner a las secciones que me acompañaban a pie, debía retener a una treintena de prisioneros, no tenía nada que objetar, se adaptó a esto. recurso ciertamente poco común y luego tuvo que reconocer que ni el más mínimo inconveniente nos obliga a lamentar haber hecho de los milicianos de Negrín excelentes legionarios de Franco.
A partir de esta experiencia, cuando empiezan a llegar prisioneros de confianza de la Sierra Grosa, los detengo y, después de haberlos confiado durante al menos cuatro o cinco días al muy inteligente Morganti, con la tarea de estudiar y catequizar ellos, los uso como arrieros o en las cocinas a cambio de legionarios italianos, felices de reemplazar el cabestro o el cucharón con granadas de mano.
Muchos de ellos (y podría dar nombres y citar episodios verdaderamente significativos) no quieren abandonar el Regimiento cuando les autorizamos a regresar a sus hogares, armados de nuestras extensas y elogiosas declaraciones.
Otros obtienen permisos de dos o tres días para abrazar a familiares que no ven desde hace años, pero regresan puntualmente.
Dos, pues, están pegados al coronel y a mí de tal manera que no es posible hacerlos conductores, quieren seguirnos en cada combate y nos acompañarán hasta Cádiz para embarcarnos.
El conductor del Marin Chrysler se aleja de mala gana por nosotros cuando el coche se ofrece a General Ferraudi (¹)
(1) Vale la pena recordar la carta que acompaña a la oferta porque documenta el detalle muy importante del plan de resistencia y reorganización roja que fracasó incluso antes de comenzar. Aquí está la carta:
«... El día 4 de este mes, cerrando, con la toma de Gerona, la contundente acción lanzada desde la cabeza de puente de Seros, los Camisas Negras del Regimiento que tengo el honor de comandar, capturados, armas en mano, sobre el prisioneros y los materiales
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pero tan pronto como el General renuncia, tras su asignación al Tribunal C.T.V, deja el coche y lo vemos regresar al Regimiento, donde se convierte en el muy confiable y preciado conductor del coche del Comando del Regimiento.
También pueden hacer caso omiso los que sean conocedores de las normas militares o del Derecho Internacional: yo, junto con la responsabilidad exclusiva, si fuera considerada culpabilidad, siempre reclamaré como mérito fascista el haber creado y dejado en España un par de centenares de personas. de auténticos propagandistas del fascismo, que a través de momentos inolvidables aprendieron, y contarán mientras vivan, quiénes eran, cómo luchaban, cómo los sinvergüenzas fascistas masacraban a prisioneros o mujeres y robaban casas.
Y siempre recordaré que en Villasar de Mar, Ramon, el exmiliciano que había querido seguirme, regresa del permiso que le había concedido para Granollers un día antes de que caducara y lo veo presentado en mi casa con su padre. y madre, la suya que ha traído todo lo que ha podido tener, 11 huevos, y que, llorando de gratitud, espera besarme la mano.
Por tanto, mientras los exmilicianos nos ayudaron a llenar, aunque sea parcialmente, los huecos creados por las pérdidas, los vehículos rojos fueron providenciales en la retirada de las bases avanzadas hacia la de Miranda.
En Miranda, pues, el ingenio excepcional de nuestro Marelli garantiza que todos los materiales, desde los carros del batallón hasta el cajón de los segundos oficiales, a pesar de las
Ya se conoce el auto personal (Crisler 84982) del Comandante de la 30 División, Coronel Marin, con toda la correspondencia.
Este (que, entre otros documentos, incluía, con fecha del 3 de este mes, la reorganización de todas las Grandes Unidades del 3 Cuerpo del Ejército de Cataluña, indica todo un preciso programa de resistencia que se vino abajo con la caída de Gerona )
ya fue entregado el mismo día al cuartel general de la división. Hoy quiero ofrecerles la máquina a ustedes, que en nuestra magnífica División representan más directamente a los Camisas Negras, como homenaje y prueba del particular cariño de todos los legionarios del Regimiento.
Espero que por este significado te guste y aceptes el regalo. Teniente Coronel Oliveti."
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inevitable e imaginable crisis del servicio ferroviario español en las únicas e inadecuadas líneas Miranda-Valladolid y Ávila-Navalperal, llegarán, en primer lugar, a la estación de descarga de Navalperal, para ser transportados hasta la nueva base de La Adrada con tal orden y regularidad como para merecer los elogios del Comando de División.
La primera etapa, Villasar de Mar-Zaragoza, es especialmente delicada.
Se produjeron innumerables interrupciones y por tanto desvíos acrobáticos y dolorosos a lo largo de la carretera general Barcelona-Zaragoza, especialmente en el tramo Barcelona-Martorell-Igualada-Cervera-Tarrega-Mollarusa-Lerida.
Salimos de madrugada y sólo llegamos a Zaragoza sobre las 20 horas.
Por suerte, en Zaragoza nuestra Intendencia ya ha previsto provisiones y comida caliente.
Al día siguiente, 1 de marzo, ponemos de nuevo rumbo hacia Aranda de Duero, a la que, por el itinerario Zaragoza-Catalayud-Osma, llegamos sobre las 16.00 horas.
Huelga decir que desde Villasar de Mar el espíritu y el inalterable buen humor de los Camisas Negras no han dejado de cubrir los vehículos de «Trucchi e Monti» con escritos de los que las limitaciones de espacio me obligan a recordar sólo algunos. «Barcelona-Nápoles, con conexión Madrid >>; <<Mercancías perecederas: gran rapidez»; «Por higiene y decencia viajamos de pie»; «El coche no tiene restauración ni colección>>; «Los franceses están excluidos del transporte»; «Los billetes se pagan a la llegada... a Madrid».
La tarde del 2 de marzo, con una regularidad de marcha que hay que elogiar también por la impecable organización, tanto de las máquinas como de los conductores, de la compañía Trucchi e Monti, el Regimiento llega a la zona de Sotillo y se despliega con el Cuartel General del Regimiento, Compañía del Cuartel General del Regimiento, Compañía de Piezas y batallón Inflessibile en La Adrada; Batallón Vampa en Casillas; Batallón Ardente en Fresnedilla; Batallón Lupi en Pelaustán.
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La separación de los hombres es extremadamente difícil, dado que los asentamientos que nos han sido asignados tienen un carácter típicamente y, casi diría, desconsoladamente rural.
Cuánta diferencia entre Cataluña y esta zona dura, pobre, característica de las Sierras; ¡y cuánto más vívidos y nostálgicos son los recuerdos!...
¡Lejos de los anfiteatros verdes y de las calles de asfalto adornadas con villas, donde cada rincón da lugar a un panorama diferente! Aquí, en las afueras, casi de Madrid, montañas achaparradas y macizas, con picos que se pierden en el cielo, y calles estrechas y sinuosas, desoladoramente desiertas, y piedras delante, detrás, a los lados, por todas partes, de modo que uno parece sentir ellos pesan sobre el estómago, sobre el cerebro, hasta el punto de dar una sensación de molestia, de malestar, de pena, casi.
Pero los Camisas Negras aprendieron en España a ser, como me dijo un día un legionario napolitano, "pescados para todas las cacerolas", es decir, a adaptarse inmediatamente a cualquier entorno, de modo que, "casados o solteros", al cabo de unos Los días están bien incluso entre los cortijos de las Sierras.
Después de todo, ahora vivimos con la certeza de que nuestros días de exilio están contados.
Los acontecimientos españoles empeoran. Nuestra cruzada está llegando a su epílogo triunfal.
En Aranda de Duero incluso nos advirtieron que no nos sorprendiéramos, y que no lo saludáramos con nuestras ametralladoras antiaéreas, si pasaba por encima nuestro un avión rojo.
Es lo que trae a Burgos a los delegados rojos de Madrid.
Y en el propio Aranda nos ordenan disponer, con apenas una hora de antelación, una unidad de adiestramiento de los efectivos de un Batallón o una Compañía, en caso de tener que entrar urgentemente en Madrid.
Imagínense, por tanto, si los propios Camisas Negras pueden enfadarse porque en Casillas o en Pelaustán tengan que dormir con las cabras huesudas y lavarse la cara con el agua extraída medida de los camiones cisterna del Genio infatigable.
Se preocupan mucho por eso, por ejemplo, después de unos días.
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desde que llegó a la zona, el batallón Lupi (que, en términos de hombres y comandante, representa en el 2.º lo que eran el batallón Temerario y el Cónsul Grillo en el 3.º del antiguo Littorio) organiza la rotura de la piñata de Cuaresma en una gran pradera, a la entrada del pueblo. , acompañándolo de cuadros animados que representan las tribulaciones y el fin de dos pandillas: la de Tafari y la de Negrín, con una guarnición de los distintos Edén, Benes y compañeros, y lo cierra con un baile popular al que acompañan las muchachas del El pueblo sólo puede participar gracias a la intervención de don Gregorio, un joven cura, alma ardiente de falangista, escapado milagrosamente de las garras de los rojos, quien, para superar los escrúpulos escandalizados de las madres, asegura que en tiempos de guerra el cura está autorizado a dar todo permiso y toda dispensa y dispensa, de hecho, de la prohibición de bailar en Cuaresma.
En la zona de Sotillo nos quedamos, exactamente como en Villasar de Mar, 20 días.
Durante los mismos se completó la reorganización de los departamentos y también se llenaron los huecos con aproximadamente 500 hombres recién asignados al Regimiento.
Esto hace necesario un breve pero intenso período de ejercicios, especialmente de tiro, que ve renovadas las marchas, movimientos y asaltos sobre aquellos acantilados que en la trágica realidad llevaron hasta la zona de La Adrada, al inicio de la guerra, las tropas de Monasterio.
Llegan también otros oficiales, algunos antiguos de la guerra española, como el centurión arriano, ya valiente legionario de África, que se distinguió por su excepcional capacidad y valentía en Guadalajara, en Santander, en Aragón, en el Ebro y en el Levante. y, repatriado en octubre con la División, que no pudo resistir en Italia y logró regresar para presenciar el epílogo; otros, como los centuriones Del Vecchio Ugo; Covioli Luigi; Nencioni Giovanni; Donnini Piero; los líderes de la pandilla Tanas Battista, Gaido Enzo, De Antoni Bartolo, Barbieri Nicodemo, Celani Giuseppe, Giorgi Gastone, Larsimot Pergamen Eduardo, Marcelli Manlio, Muzi Piero, Tartaro Anto-
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nio, Mazzinghi Gian Gastone; El subjefe de Isola Antonio, Bellantuoni Decio, consiguió demasiado tarde que se aceptara la petición de ser enviado a España, donde llegan con la preocupación de los recién llegados y con la esperanza de tener que luchar lo suficiente para poder Volver también a Italia al menos con la satisfacción de haber hecho algo.
Y entre ellos, entusiasta entre entusiastas, Seniore Cappelli, de quien tenemos la satisfacción de escuchar declarar que en ningún otro ambiente de la Milicia ha encontrado hasta ahora una fraternidad tan ilimitada y una vida tan típica de los Camisas Negras como en nuestro Regimiento.
A los pocos días, procedentes de otros departamentos, también fueron destinados al Regimiento el Centurión I Rosmino Mario, el Capimanipolo Saltori Antonio y Lo Cicero Giuseppe.
Durante nuestra estancia en La Adrada nuestros Camisas Negras vuelven a dar prueba de su apego al dinero y a los llamados hermanos de Francia.
Al enterarse de que el "Pueblo de Italia" había abierto una suscripción para la recogida de los cuerpos de nuestros caídos del cementerio de Bligny, en menos de un día recaudaron más de treinta o cuarenta mil pesetas. ¡El coronel debe intervenir y establecer una cuota fija de oficiales y legionarios que sólo sobrepase ligeramente las doce mil liras enviadas al periódico del Duce, que escribe en el número 84 del 25 de marzo!
<<<Del Comandante del 2º Regimiento de Asalto de Littorio, <<Teniente. Coronel Oliveti, recibimos la siguiente carta desde España:
<<< En la suscripción para el regreso de los Muertos de Bligny a nosotros, no podía faltar la contribución de los Camisas Negras que luchan en tierra de España, porque ellos más que nadie han conocido la ingratitud francesa por haberse visto enfrentados. con él, traducido en armas y armado, en el Ebro, en Aragón, en Levante, en Cataluña. Por tanto, he reunido las ofertas espontáneas, todas ellas acompañadas de expresiones que lamento no poder transcribir, de los legionarios de los batallones «Vampa», «Lupi», «Inflexible», «Ardente», de la compañía de piezas de acompañamiento,
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de la Compañía de Mando del Regimiento y se los envío a usted, por un importe total de 12.741 liras".
«La oferta que nos llega del Regimiento CC 2. N.N. de la "División de Asalto Littorio" adquiere un significado particular <<< ya que confirma una vez más que nuestros <<«compañeros, los voluntarios de Mussolini, que luchan junto a los soldados de Franco, escribiendo páginas memorables de valor y sacrificio, aunque lejos de los patria vibran plenamente al unísono con el alma de la nación, especialmente en aquellas manifestaciones que expresan con mayor franqueza los sentimientos del "pueblo" italiano.
«El 2º Regimiento de Camisas Negras del "Littorio" (en cuyas filas se recaudó la suma recibida) comandado por el «Tte. El coronel Oliveti, hermano del medallista de oro Ivo, caído en el <<< cielo del A.O., cedió en la batalla de Cataluña, desde la << ruptura de la cabeza de puente de Seros hasta la ocupación «de Gerona, en el En el marco de la acción llevada a cabo por el Cuerpo Legionario, «una cuantiosa y generosa aportación a la victoria nacional».
En aquellos días en Madrid, entre los rojos, las cosas, cansadas quizás de haber sido bestialmente trágicas durante tanto tiempo, van virando hacia el ridículo, una ridiculez que si no estuviera diluida también con exceso de sangre sería sumamente cómica.
El muy amable señor Negrín, que voló de Francia a Valencia para convertirse en Jefe de Gobierno de un Estado en la España todavía roja, debido a la dimisión de Azaña, ya no Jefe, debe pensar que tal vez Franco al menos uno de los pelirrojos Debe salvarlo y soñando con elevarse, entre muchos, a esta función, decide concentrar en sus manos todos los poderes civiles y militares.
Pero había hecho las cuentas sin los madrileños que tal vez pensaban que harían lo mismo, de modo que un buen día, el 7 de marzo, nadie sabe en base a qué párrafo de los principios inmortales y quién sabe de qué manera respetando lo sagrado. Canon de designación del pueblo soberano, los señores Besteiro, Miaja y Casado declaran caducadas todas las demás competencias y asumen todas las competencias.
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Entonces estallaron feroces conflictos entre los socialcomunistas, partidarios de Negrín, y los anarquistas republicanos, partidarios de Casado, que crearon un "Consejo de Defensa Nacional".
El Ejército interviene en la lucha y cuatro Cuerpos de Ejército, enfrentados, marchan sobre Madrid y la convierten en escenario de sus batallas, que se extienden hasta Alicante y Cartagena, donde la flota toma partido a favor de Negrín, pero, atacada por los costeros. baterías y ante un ultimátum, prefirió levar anclas y refugiarse en las aguas más tranquilas de Bizerta.
Después de ocho días de situación caótica, en los que las emisoras de radio de las dos facciones vierten torrentes de palabras y acusaciones mutuas, Casado, no sin abundante derramamiento de sangre, restablece el orden, si de orden se puede hablar en Madrid, tenía varios Negrín. oficiales partidistas dispararon y el día 16, por radio, ofrecieron la paz al Gobierno Nacional.
El 20 de marzo un avión rojo trajo a Burgos a los emisarios de Casado.
Todavía se habla de paz honorable y de condiciones, consistentes, entendemos, en salvar el vientre de Tizio o Caio; pero por parte de Franco no puede darse por vencido: debe hacerlo a discreción.
Pasamos a discutir la rendición; ¡Pero inmediatamente queda claro que los deseados representantes del Consejo de Defensa Nacional sólo se representan a sí mismos!
Ante compromisos precisos y acciones concretas y decididas, deben acabar reconociendo que ciertamente pueden garantizar la rendición pacífica de Madrid: del resto de España rojo su poder es sólo nominal.
Si, por tanto, sería igualmente necesario ocupar militarmente todo el resto del territorio, conviene también evitar cualquier acto que algún día pueda dar pie a los diccionarios geográficos de más allá de los Pirineos y de ultramar y a las diplomacias oblicuas de Francia e Inglaterra para devaluar la victoria, que debe ser plena, inequívoca, triunfal para que desde ella la nueva España pueda iniciar su camino.
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Y los emisarios rojos abandonan Burgos el 25 de marzo.
El día 20, el general Gambara, en una vasta pradera cerca de Fresnedilla, habla con nuestro Regimiento.
Habló con el Duce unos días antes y nos trae sus saludos.
Nos dice que el carrusel está por comenzar y que debemos estar preparados, material y espiritualmente, porque esta vez es verdaderamente la última: luego regresaremos a Italia.
El estilo y el contenido son el "sistema Gambara" y es fácil imaginar la alegría y el entusiasmo de los Camisas Negras.
El 22 de marzo Littorio inicia la concentración en la zona de Toledo.
Autosuficiente, el Regimiento se detuvo los días 23 y 24 a las puertas de la ciudad del inolvidable Alcázar, en Azucaica, mientras se realizaban minuciosos reconocimientos y un minucioso estudio del terreno.
Una vez más queda una estrecha cabeza de puente que llenar para convertirla en la base de lanzamiento de una acción que no debe ser menos rápida que la de Seros, ya que es necesario abrirse paso, tomar aire durante tres o cuatro kilómetros y luego, listo. Con un claro flanco izquierdo, remonta, casi en paralelo al curso del Tajo, todo el frente Toledo-Aranjuez para caer sobre las "carreteras generales" que conectan la capital con el mar.
La tarde del 25 de marzo entramos en la cabeza de puente, donde el Regimiento ocupaba las posiciones de la izquierda y el 1er Regimiento de la derecha, como en Seros.
Parece que el cielo no quiere ayudarnos, porque cae una llovizna espesa, aburrida y helada; pero al amanecer el sol volverá y nunca más nos dejará.
Evidentemente Dios está con los soldados de la cruzada antibolchevique.
Por la mañana tenemos los primeros heridos, del Inflexible y tendremos tres más durante el día.
Esta vez la representación de los Carabinieri en el Comando del Regimiento es más llamativa y brillante. Después
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a través de infinitas insistencias, el Comandante de la Sección adscrita a la División, Teniente Pepe Nicola, logró obtener la oportunidad de seguir la acción con nosotros. En vano habrá soñado, sin embargo, con esa otra alma ardiente y entusiasta de legionario que fue el Mayor Cappelli, con vincular su nombre a un duro episodio de guerra y lo buscará de todas las formas posibles, entre las irónicas, incluso si se admiran, nuestras incitaciones, en los pocos días en que se desarrolló el ciclo operativo, que llevará el nombre del Centro. Sin embargo, prestará valiosos servicios, siempre a pesar de los inconvenientes y peligros, en cada ocasión y, sobre todo, en la recogida y envío de los muchísimos, demasiados, prisioneros tomados en aquellos días.
A las 10.30 horas el C.T.V. ramifica el siguiente fonograma:
<< N° 3061. Siguiendo orden del Generalísimo, hoy el Ejército del Sur iniciará su ofensiva. Para nosotros, mañana. El cañón, como siempre, decidirá la última fase de la tragedia que ensangrenta a España desde hace tres años, y, como siempre, la decisión será a nuestro favor.
Legionarios del Littorio, Legionarios de las Flechas, Aviadores, Tanquistas, Artilleros, Zapadores, miren al frente y luchen duro. Gambara."
El comportamiento del enemigo sigue representando una incógnita para nosotros.
Desde el día 12, en todos los frentes, las radios nacionales lanzan y repiten de vez en cuando una proclama del Caudillo a los españoles en la zona roja, proclamando que, renovando la promesa de perdón hecha siempre hacia todos aquellos que, sin haber cometido crímenes, , fueron descarriados y engañados, nos invita a desistir de la resistencia inútil y criminal, izando la bandera blanca y rindiéndonos.
Pero, a menos que utilicen su criterio en el último momento, no parece que los caballeros rojos tengan intención de aceptar la invitación.
Simplemente levanta la cabeza de las bolsas en el suelo para disparar y los camaradas del 1er Regimiento sabrán algo al respecto.
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quienes, habiendo dispuesto ocupar las ruinas de un edificio frente a su línea, para mejorar su visibilidad, recibieron una muy cálida bienvenida, lo que provocó varias bajas y casi le cuesta la vida al propio Comandante del Regimiento, el Teniente Coronel Ugolini, quien. Hace sólo unos días reemplazó al coronel Manildo, quien pasó a comandar el Grupo Rápido de la C.T.V. con Carlo Scorza comandante del Grupo de Tanques Rápidos.
Por la tarde, preséntese al mando táctico de la división.
Las directivas son muy cuidadosas.
Dado que es imposible hacer predicciones sobre el comportamiento del enemigo, hay que estar preparado para una acción incluso más dura que la de Cogull.
Instrucción a aplicar en cada eventualidad: la típica del Littorio: apuntar a los objetivos con extrema decisión y velocidad, sin preocuparse por las caderas y los hombros, de los que se ocuparán los mandos superiores.
Nuestra acción comenzará al día siguiente, a las 8 de la mañana, después de una formidable preparación artillera.
Objetivos del regimiento para el 27: zona este de Cobisa, Burguillos, Nambroca, ferrocarril Madrid-Ciudad Real-Villamuelas.
Las patrullas enviadas por Lupi, en la noche del 26 al 27, comprobaron que la línea roja que tenemos delante está firme y bien tripulada.
El amanecer del día 27 surge así en medio de un nerviosismo que en vano se intentaría negar y que está provocado por la incertidumbre sobre las intenciones del enemigo.
Las noticias recibidas por la radio durante la noche hablan de un comienzo triunfal de la ofensiva del Ejército del Sur, que, tras haber atravesado el frente y superado las líneas rojas durante más de 40 kilómetros, despliega sus unidades en todas direcciones.
A las 7 de la mañana comienza la preparación artillera, que es realmente aterradora.
No hay un metro de terreno frente a nosotros que no venga
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conmocionados y la línea enemiga es derrotada punto por punto, un aterrador bordado de destrucción y muerte.
A las 8, mientras la fanfara del Regimiento, fiel a la tradición, toca «Giovinezza» y «Marcia Reale», los carros Scorza y los Camisas Negras de los Lupi y los Ardentes saltan juntos de los pasajes ya preparados, con los Inflessibile y los Vampa en segunda fila.
En un instante se alcanza la línea roja, una masa informe de troncos, piedras y cadáveres.
En lo alto, con la marea que avanza, pasan disparos y ráfagas de ametralladoras rojas; pero es fácil comprender que vienen de lejos y se agotan rápidamente.
Cerca de la Ermita al oeste de Cobisa, objetivo del Regimiento 1, encontramos a un grupo de milicianos que ya han arrojado las armas.
Nos cuentan que, poco antes de comenzar el bombardeo, el cuerpo principal recibió la orden de abandonar las líneas, manteniéndolas tripuladas por unos pocos hombres, con la tarea de fusilar hasta el último.
La sensación de la huida del enemigo, como en Extremadura, da alas a los legionarios.
Inmediatamente adelantan a Nambroca y después a Burguillos.
Alrededor de las 15:00 horas cortamos el ferrocarril; a las 18.00 horas pasamos el Algodor; a las 19h estamos en Villamuelas.
Unos 30 kilómetros, recorridos a un ritmo ultra Bersaglieri.
Por la mañana, a las 8, se reanuda el movimiento: cortamos la otra línea ferroviaria Madrid-Albacete y, tras una marcha muy agotadora, entramos al anochecer en Dosbarrios, después de haber recorrido tantos kilómetros como el día anterior.
Nada más llegar me encuentro mirando, en el amplio "patio" de un palacio monumental, unas estancias para colocar el mando del Regimiento.
Un burgués me acompaña atento, arrastrando un pie al caminar, cuando se acerca un galope que se detiene en la puerta, cada vez más ruidoso y desenfrenado.
El primero de los tres caballeros que aparecen ante ti se lanza desde
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caballo, entra al patio y, como si hubiera estado mirando al lisiado con el que hablo desde hace quién sabe cuánto tiempo, lo agarra por el cuello, lo tira al suelo y está a punto de aplastarle la cabeza con los talones.
Sorprendido, indignado, agarré del brazo al hombre que había visto que era un teniente español, cuando él, volviéndose hacia mí, sólo entonces vio, agachada en un escalón, a una anciana en la que ni siquiera yo, al entrar, había notado. observó.
Luego deja al tullido, corre hacia ella, se arrodilla delante de ella, comienza a acariciarla, a besarla, a levantarle el pelo que le cae desordenadamente sobre la cara, la llama con los diminutivos más dulces y le habla, diciéndole una mil cosas que no puedo captar.
Cuando ve que la otra mujer, como si no lo reconociera, sigue mirándolo con ojos indiferentes y sin vida, grita: <<Es loca, es loca»!
Luego, abandonándose a sentarse en el escalón, comienza a darse puñetazos en la cabeza y a sollozar como un niño.
Asombrada, después de haber pasado de la sorpresa a la indignación, miro a mi alrededor, ¡casi dudando de estar soñando!
En la puerta también lloran un sargento y un soldado, de caballería como el teniente, mientras a sus pies el tullido parece aterrorizado.
En el patio transcurren momentos de dramatismo inolvidable, cuyo origen no logro captar, pero por el cual estoy íntimamente subyugado.
En silencio, me acerco al oficial; Agarro su mano; Lo aprieto.
Como si sólo entonces se diera cuenta de mi presencia, levanta los ojos hacia mí, ve mis tres estrellas en mi manga, se levanta y, en un tono que difícilmente podré olvidar, me dice:
<<Disculpe, mi comandante; Yo también quiero ir a donde estoy". Y habla, con la voz entrecortada de vez en cuando por los sollozos.
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Me dice que es el dueño de esa casa, donde, nada más estallar el movimiento franquista, había entrado la destrucción y el caos. Sus padres, dos hermanos, una hermana de quince años, habían sido reprimidos bárbaramente, porque eran culpables de ser familiares de un oficial que combatió en las filas nacionales y porque, sobre todo, una bestia, el cojo, que se había convertido en la máxima autoridad roja del país, había querido su desaparición para hacerse cargo de todos sus bienes.
Sabiendo todo esto, en cuanto pudo corrió a Dosbarrios para conocer de su antigua nodriza, que sabía había sobrevivido, al menos los detalles de la masacre.
Pero ni siquiera esta amarga satisfacción le concede Dios porque la encuentra loca.
Incapaz de decirle, en su lengua, todo lo que me hubiera gustado, lo tengo en mis brazos como a un hermano muy querido, y lo beso, mientras se escapa instintivamente de mis labios la frase con la que tantas veces me han saludado sus compatriotas: « Que Dios estoy contigo."
Se pone firme, permanece durante mucho tiempo en posición de saludo y luego sale, con pasos lentos, de su casa que la tragedia tal vez le ha vuelto ajena.
Después de permanecer unos segundos con la cabeza entre las manos, tratando de escapar del profundo malestar de la escena que acababa de vivir, yo también me alejo de esa casa, que ya no albergará nuestra Comandancia.
Antes del amanecer, el cojo y otros dos de sus compañeros saldan aterrorizados la terrible cuenta que habían abierto con la humanidad.
Mientras tanto, ha llegado la noticia de que desde las 12.00 horas las tropas nacionales, entre las que una importante representación de Italia, es una de nuestras columnas rápidas, que partió de Aranjuez, han ocupado Madrid y que otra de nuestras columnas, comandada por Carlo Scorza, aceleró de Tarancón a Guadalajara, donde, a las 19.45, izó la bandera italiana en el balcón del Palacio de Gobierno, en medio del entusiasmo de la población.
Pasamos casi toda la noche junto a la radio recogiendo
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la noticia que, hora tras hora, emisoras españolas, italianas y extranjeras comunican sobre la rápida disolución del gobierno pseudo rojo.
Al día siguiente, 29, el entusiasmo y la alegría de los Camisas Negras se disparan.
Una vez dada la orden a Littorio de formar una columna motorizada para Alicante, con un regimiento de infantería, dos grupos autosuficientes del regimiento de artillería y porciones adecuadas de los demás departamentos y servicios divisionales, queda sorteado cuál de los dos regimientos Debe cerrar la batalla fue tan evocador.
El destino favorece a los Camisas Negras.
En apenas unas horas, alrededor de 5.000 hombres formaron parte de la columna más audaz y paradójica vista hasta entonces en España, para atravesar, durante casi cuatrocientos kilómetros, toda la zona aún roja y ocupar la ciudad que en El extremismo comunista ostenta el historial más triste, incluso fuera de España.
Habiendo salido de Dosbarrios a las 14 horas, rumbo a Villatobas - Corral - Quintanar - Las Pedroñeras - La Roda - La Gineta, nos encontramos, sobre las 19 horas, a pocos kilómetros de Albacete.
En todas partes la población salió a las calles e improvisó manifestaciones delirantes.
Como por arte de magia, los colores de la vieja España han surgido por doquier y no hay balcón que no esté decorado con mantas, tapices, alfombras, todo ello con símbolos e imágenes religiosas en el centro.
Con todas las medidas de seguridad posibles, los legionarios levantan las tiendas de campaña, bajo las cuales pasan, naturalmente sin dormir, su última noche de guerra.
A las 9 de la mañana del día 30, con los Lupi a la vanguardia, precedidos por una unidad de motociclistas, también entrenando; Reanudemos el fantástico galope.
A 2 o 3 kilómetros de Albacete se encuentra toda la ciudad que viene hacia nosotros.
Parece sentir todo el peso de la oscura notoriedad.
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que le ha dado esa sucia parodia de soldado y hombre, el mártir francés, y parece que quiere hacer todo lo posible para purificarse de ello.
Tenemos mucho rezando, ordenando y amenazando para que los vehículos llenos de ciudadanos de todas las edades que han venido hacia nosotros no se mezclen con nuestra columna y no alteren su formación geométrica.
Nuestros propios vehículos están siendo atacados y sólo a paso de tortuga logramos llegar al pueblo, atravesándolo con dificultad, entre una multitud frenética, que llora, ríe, se abraza, aplaude y canta con nosotros. al sol."
Seguimos la marcha y por Almansa, Villena, Elda, Novelda, Monforte, siempre en medio de frenéticas manifestaciones de júbilo, llegamos a las primeras casas de Alicante sobre las 17.00 horas.
A las 17.15 h por km. El día 3, el general Gambara, con su comitiva, se incorpora a nuestra columna, que queda detenida, y entra, con nuestra Comandancia de División, en Alicante, donde, a las 17.30 horas, se fija en la Comandancia Legionaria.
Alrededor de las 6 de la tarde los primeros vehículos de la columna de los Camisas Negras de los Lupi comienzan a ingresar a la ciudad.
Tenían órdenes del coronel de circular por la parte alta de la ciudad y por las calles más extremas descendiendo perpendicularmente a la carretera principal de la costa, deteniéndose en la estación de ferrocarril, esperando órdenes.
Una vez que Lupi se fue, el Coronel y yo también partimos hacia la ciudad en auto.
La población, que hasta el último pueblo antes de Alicante nos había recibido con fervientes vítores, saliendo a las calles, ahora, a medida que entramos, es cada vez más escasa.
Con dificultad nos encontramos con una mujer que nos muestra el camino más corto hasta la carretera de la costa.
Mientras tanto, ha comenzado a caer una fina lluvia y está oscureciendo.
Por una gran plaza, con un jardín circular en el centro y por una amplia calle arbolada, desfigurada por antiestéticos refugios-
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Tras los disparos antiaéreos llegamos a la carretera de la costa, separada del mar por una gran recta, repleta de palmeras, entre las que discurren las vías del tren.
Ni un alma viva en el último tramo.
Sólo al salir a la carretera de la costa vemos, como un enjambre de cuervos alzándose en silencio, toda una hilera de personas que se separan de los pórticos que acompañan la serie de edificios que dominan el mar y, atravesando, como sombras fantasmales, la carretera. por donde nuestro coche avanza lentamente, siguiendo y siguiendo a una enorme columna de hombres que, bajo las palmeras, se extiende a lo largo de más de medio kilómetro delante de nosotros.
Casi todos llevan bolsas y rifles, pero, al acercarnos a ellos, vemos que mujeres y niños están mezclados con ellos.
Inmediatamente nos damos cuenta de que deben ser los famosos catorce mil, que, como se decía desde Dosbarrios, todavía armados, se han concentrado en el puerto de Alicante, porque un bufón cónsul francés les ha garantizado el embarque y el silencioso éxodo de España, gracias a los barcos que ya han zarpado los gobiernos paternalistas y democráticos de París y Londres.
Bajamos del coche y caminamos unos pasos.
La mayoría tiene armas y todavía muestra símbolos e insignias bien conocidos; sin embargo, no puedo verlos como enemigos, sino sólo como desafortunados, que merecen más compasión que resentimiento, tan evidente es la tragedia material y moral que los ha envuelto.
Mientras miramos a ese miserable rebaño humano, éste baja por la carretera de la costa, bordeando la columna roja, y viene hacia nosotros, un coche con el general Bitossi, el cónsul Radogna y Scala.
Más adelante sabremos que, nada más entrar en Alicante, el general Bitossi, Radogna y Scala se dirigieron al puerto, donde sabían que se concentraban los rojos y que este primer contacto entre los tres primeros legionarios de Italia fue muy dramático y paradójicamente audaz. ¡con los catorce mil milicianos en armas!...
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El General da unas órdenes al coronel y poco después el coche vuelve a ponerse en marcha, remontándose a toda la columna de milicianos.
Radogna, sin embargo, se queda con nosotros y, en tono irónico, pregunta a un miliciano a qué ejército pertenece, queriendo aludir a los dos caseríos de Negrín y Casado.
El interrogado evidentemente capta el significado de la pregunta, porque responde, seca y groseramente: «Español».
Entonces Radogna, que entretanto nos había ofrecido una pastilla al coronel y a mí, le pasa una a un niño de nueve o diez años que está en la jauría; pero él la rechaza con un gesto brusco y decidido de la mano.
Decepcionado, el concursante lanza toda una sentida diatriba sobre los efectos de la propaganda roja y el fervor de las palabras, siempre cálidas y refinadas, del penalista romano, contrasta tanto con la situación que el coronel no puede evitarlo a menos que salga de una vez. de esas risas abiertas y características suyas.
Mientras tanto, poco a poco, más claramente, empieza a llegar ruido de motores, luego el canto del "Himno a Roma".
Son los vehículos Lupi que, a setecientos u ochocientos metros de nosotros, entran también en la carretera de la costa y paran en la estación.
Acto seguido, dos lanchas patrulleras, comandadas por oficiales, a unos cien metros una de otra, descienden hacia nosotros y, como si fueran las encargadas de las necesidades más habituales del orden público, inician su servicio.
¡Su paso a pocos metros de los catorce mil rojos, casi todos todavía en armas, tiene algo de irreal y grande al mismo tiempo!...
¡Pero de esa parodia de los adversarios no sale ni un gesto, ni una palabra!
La ocupación de Alicante puede considerarse completa.
Fuentes:
Adelchi Albanese. Nella bufera spagnola con le camicie nere della “Divisione d'Assalto Littorio. Bandettini, Firenze 1940. (https://storiadellacampania.wikidot.com/biblioteca )
Notas:
1. Por favor, si copias, no me importa, pero cita el blog https://vestigiosguerraciviltoledo.blogspot.com
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