martes, 20 de septiembre de 2022

Declaración de Herminio Torregrosa sobre la defensa de la ciudad de Toledo

La siguiente declaración se encuentra en el Centro Documental de la Memoria Histórica (CDMH), ubicado en Salamanca. Aporta importantes datos sobre los últimos momentos de la defensa de la ciudad de Toledo por la República. Su transcripción literal dice así:

 

Declaración de Herminio Torregrosa Laso, perteneciente a la Agrupación de camareros del Partido Socialista.
 
    Comienza su relato por el domingo día 26 a las seis de la mañana, hora en que tuvo lugar la explosión de la mina, la cual no tuvo resultado pues, según declaración de propios mineros es necesario para esta clase de minas dejar transcurrir unos cuantos días hasta que el cemento forme cuerpo y la fecha del domingo era demasiado prematura, pues hasta el lunes o martes no hubiera estado en condiciones. La mina, como decimos, no hizo nada en absoluto. A continuación con unos tanques de gasolina, por medio de mangas se roció toda la parte de Capuchinos y la parte Este del Alcázar, es decir por las tres partes por las que estaba parapetada. El efecto de la gasolina fue nulo, puesto que a pesar la humareda y los efectos que se producían continuaban tiroteando y sobre todo al que habla, como cabo de la escuadra primera, sección Teniente Castillo con un fuego bastante fuerte por la parte correspondiente al Picadero, donde nosotros, en unión de los camaradas de Pepe Díaz y de la CNT aguantamos hasta una hora, que sería aproximadamente las nueve de la mañana.


A partir de dicha hora empezó a notarse que por la parte Norte avanzaban los cañones del enemigo con gran ímpetu, tanto es así que los cañones que nosotros teníamos frente al Alcázar tuvieron que inmediatamente evacuar el sitio que ocupaban. A continuación, los cañones del enemigo avanzaron de tal forma que los proyectiles llegaban a los parapetos que estaban dentro del Alcázar, situado en las barandillas que circundan todo el picadero. Al observar que los proyectiles de ellos y la fusilería llegaban ya a nosotros nos requirió el camarada sargento Valencia de la Primería Compañía del Teniente Castillo para que inmediatamente retiráramos las fuerzas de su sitio por el acoso continuado que se recibía por parte del enemigo; puestos de acuerdo, se consultó con los camaradas de la CNT y el resultado de la consulta fue que evacuáramos inmediatamente, pasando por tanto a pie e internándonos dentro de Santa Cruz. Al llegar a este sitio el Comandante de Asalto que mandaba las fuerzas, con un ímpetu y valor extraordinario se impuso a que inmediatamente las fuerzas de Asalto y milicianos salieran del interior de Santa Cruz, pues decía que los parapetos que estaban allí había que mantenerlos hasta que quedase un miliciano o un guardia de asalto con vida; así pues las fuerzas fueron divididas en la forma siguiente:

 

La primera y segunda compañía del Teniente Castillo las dejó: la mitad en los parapetos del interior de Santa Cruz y la otra mitad salió inmediatamente al frente de fuego, en toda la parte del Miradero hasta la Puerta de Bisagra, ésta era pues nuestra línea de fuego, teniendo que hacer constar además que era doble fila. Pudimos apreciar que toda la fuerza que había en ese instante luchando a muy poca distante del enemigo sentía un valor extraordinario, como de querer avanzar, los jefes daban la voz de alto el fuego con frecuencia, nosotros, había momentos en que nos negamos a obedecer, queríamos avanzar a toda costa, tanto fue así que un capitán de milicias dio la voz “Camaradas los que estéis dispuestos, en lugar de estar aquí con poca gente, vamos a bajar con el fin de que no lleguen a la ermita contigua al cementerio”, en cuyo lugar estaban parapetados con ametralladoras defendiéndose heroicamente el sargento Pulido del Regimiento nº 1 y un soldado. De esta forma conseguimos que el enemigo retrocediera bastante distancia. Al rebasar las lomas que dan vista a las ametralladoras con gran entusiasmo, empezamos a observar cierto movimiento de gente que venía en dirección a nosotros por la parte del Hospital de San Bernardo, la gente corría, eran las 5 ½ de la tarde, iban muchas mujeres con niños en brazos que trataban de evacuar la población atravesando el río en barcazas y ya en las lomas, que dan a la parte SO, o sea a la Puerta de San Martín, junto al Seminario, se podía observar que la gente pedía auxilio a grandes voces, porque venía el enemigo. Suponemos que el enemigo dividió sus fuerzas a bastantes Km de Toledo y que uno de los ramales, el que luchaba frente a nosotros era el que servía de cebo, para que, nosotros llenos de entusiasmo por la República y la Revolución creyéramos conseguir triunfalmente nuestro objetivo, pero no fue así, lo único que conseguimos fue meternos entre dos fuegos, pues aquellas columnas puestas en la parte N muy extendidas y que no tendrían más de mil hombres, no hacían más que retroceder para que, al no avanzar nosotros, dejáramos la población y el Miradero totalmente abandonados y entonces, con el resto de sus fuerzas entrar por la parte trasera de Toledo, aquellas estaban compuestas de gran cantidad de Regulares, moros y paisanos. Ya, así entre dos fuegos, naturalmente la gente en todas direcciones empezó a buscar forma de defenderse; claro que esto desde el punto de vista legal de los altos mandos deben tener en cuenta y yo lo afirmo con mi corazón que este fracaso de Toledo fue debido la imprevisión de los altos mandos que si hubiesen podido sospechar que estos criminales y bandidos podían entrar por San Bernardo habrían dividido la fuerza en dos secciones que había bastante para ello. Así pues yo digo clara y terminantemente con toda lealtad, el más humilde de los milicianos que han permanecido 2 meses y cinco días después de haber actuado en el Campamento y Villanueva de la Serena, declaro firmemente y sin que haya lugar a dudas que las milicias no han fracasado por falta de valor sino única y exclusivamente por falta de táctica y mando.

 

Ya efectuada la retirada cada cual procuró evadirse como pudo y lo confieso noblemente se abandonaron muchos fusiles y ametralladoras y una ametralladora que pertenecía a una Compañía de Asalto en poder de la CNT y esto hay que aclararlo.

 

El que habla se encontró cerca de donde ya estaba el enemigo junto a la casa de un ciudadano llamado Pascual “El Esquila” quienes con una responsabilidad extraordinaria le hicieron entrar en su casa y le escondieron en la cueva. La mujer le dijo que los moros ya estaban encima y que un capitán de Asalto acababa de dar la orden de que se retiraran inmediatamente de los parapetos. Y allí estuve oculto desde la noche del domingo 26 hasta el día 30 a las 8 de la mañana en que salí de la forma siguiente de Toledo:

 

Disfrazado de mendigo con un brazalete blanco al brazo llegó a la calle de Plateros atravesando la plaza de Abastos pasó por la Cámara de Comercio, dejó la calle Alfileritos y ya pudo llegar al Miradero. En todo el trayecto encontró abundante moros, regulares muchos soldados y paisanaje con gorra azul y brazalete monárquico, guardia civil y muchas mujeres que salían de misa de la Catedral. Así llegó a la bajada del puente de Alcántara, era esto alrededor de las 8 ½ de la mañana y allí comienzan los parapetos cuya situación igual para todos es la siguiente: son con sacos dobles con vistas una a la parte SO, otra al N y otra al E.

 

El 1º está en la Puerta Bisagra siguió por el camino de coches de la salida de la Estación y se encontró otro parapeto de moros y hasta un 3º y 4º parapeto en ninguno de los cuales había guardia civil, sino solamente moros a excepción del que hay en la Puerta de Alcántara. El 2º parapeto está precisamente debajo de las barandillas del Miradero y en cada uno de ellos hay como 30 o 40 moros y desde las lomas que hay enfrente llegaría incluso hasta poderse ver el número de individuos que constituyen cada parapeto del Puente de Alcántara, haciéndole creer que era un mendigo enfermo que iba al Hospital Provincial logró pasando el puente nuevo de Alcántara llegar al Hospital Provincial, una enfermera de dicho Hospital le dijo que tenía el paso franco pues los moros que habían estado toda la noche anterior por el Hospital y la Estación regresaron inmediatamente todos a Toledo, quedando por tanto toda su fuerza al otro lado del río. Eran las 9 de la mañana del día 30 y no se veía ninguna preparación por parte de ellos y aún en el castillo de San Servando continuaban las bandera rojas en los parapetos.

 

Ya libre de ellos siguió vía adelante hasta Algodor, para enlazarlo con lo que sigue y para que se abra la correspondiente información declara que ya en medio de la vía observó que en el convento colindante con la plaza de toros de Toledo empezaba a arder y que los cañones de ellos continuaban disparando abundantemente. Esto fue a las 10:20 y en aquel edificio habría unos ciento y pico de compañeros defendiéndose y en el Seminario estarían de 300 a 400. Puede asegurar esto porque dice que los disparos de nuestros fusiles se diferencian perfectamente de los facciosos y porque cuando estaba oculto en la cueva le hablaron de los que en el Seminario se estaban defendiendo todavía.

 

Pues bien, cuando llegó a Algodor fue recibido por el Capitán de la Compañía de Asalto que le echó el alto y a quien le relató lo sucedido, luego pasó al Comité, pero antes hace observar que Algodor, que está a 13 Km de Toledo, tenía bastante fuerza, cañones y ametralladoras. Ante el Comité expuso la situación del seminario y la necesidad de comunicar inmediatamente con el Ministerio de la Guerra. Un compañero tomó nota y dijo que iba a comunicar con Madrid, al parecer era presidente o directivo de la CNT. A las 2 horas volvió a insistir y le dijeron que el teléfono andaba mal y que no había manera de comunicar con Guerra. A la hora en que salió de Algodor que serían las 7 o 7 ½ de la tarde no habían dado conocimiento al que declara de que hubieran comunicado con Guerra, avergonzado por ello les exigió le trasladaran inmediatamente a Madrid y con otros compañeros se trasladó a la capital.

 

Hace por última observación que a las 10 ½ volaron sobre los campos circundantes de Toledo tres aviones nuestros.

 

Los soldados que vio iban perfectamente pertrechados y no observó cañones ni ametralladoras.

 

La noche última que pasó en la cueva le dijeron que pasaba Franco en un avión para saludar el pueblo.

 

Madrid 1º de octubre de 1936


Imagen de una de las voladuras del Alcázar (BNE).


Museo de Santa Cruz, Madroñero da explicaciones (Blog Toledo GCE).


Inscripción en una pared del seminario (BNE).



Artillería rebelde en la Puerta de Bisagra (Biblioteca Virtual de Defensa).

Tropas rebeldes cruzan el puente de Alcántara (Biblioteca Virtual de Defensa, Rodríguez).

 

Fuentes

 

-       Centro Documental de la Memoria Histórica (CDMH).

 

Notas:

 

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