martes, 6 de octubre de 2020

Valerio y Teodomira, dos topos capturados en Huecas

Hoy, hace 84 años, Huecas era ocupado por las fuerzas franquistas al mando de Varela, fin del terror revolucionario e inicio del de los vencedores.

 

Con fecha de 01/10/2020 Henrique Mariño en el periódico Público escribía bajo el título “Las hijas perdidas de Teo, la única mujer topo del franquismo” una crónica de la vida de Rocío Fernández Gallego, hija de Valerio Fernández y de Teodomira Gallardo. No es la primera vez que este diario dedica un artículo a Valerio y a Teodomira, haciéndose eco de la primera narración de la vida del matrimonio en “Los Topos” de Jesús Torbado y Manuel Leguineche.

 

Rocío Fernández Gallego, natural de Huecas, en Público.

 

Los Topos de Torbado y Leguineche.

 

A partir del texto de Los Topos y de mis investigaciones sobre la Guerra Civil en Huecas, mi localidad, voy a intentar aportar algún dato más. Las páginas 23, 24 y 25 dicen así sobre su estancia en Huecas:

 

Ya estábamos en peligro. Valerio hizo por la noche una caja con un cristal por encima y le puso una correa, como las que llevan los quincalleros colgadas del hombro. A la siguiente noche nos fuimos. Estuvimos varios días por el campo, comiendo las aceitunas secas que había en el suelo. Yo estaba en estado y me cansaba mucho. En un pueblo que se llama Rielves vimos unos hojalateros, unos lañadores, y pensamos que podíamos hacer como ellos, porque era fácil y nadie los vigilaba. Fuimos a Barcience, una aldea, y yo dije a los vecinos que éramos lañadores y nos habían robado la herramienta. Me dieron algunas cosillas para hacer el trabajo y empezamos a trabajar con eso, porque mi marido era muy mañoso. Yo voceaba por los pueblos, a eso no se atrevía él.

         En Huecas, cerca de Fuensalida, nos ve una mujer y dice:

Ustedes no son hojalateros, ni tienen cara de eso.

Había ido al tejar donde estábamos escondidos a decirnos esto.

Su marido también estaba preso y los fascistas le habían matado a una hermana. Al marido lo fusilaron después.

         Esta mujer se llamaba Crescencia, no se me olvidará, y ya nos contamos nuestras cosas y ella nos dijo que nos quedáramos en su casa, por lo menos hasta que naciera la niña. Ya dejamos de hacer vida de gitanos y empezamos a vivir tranquilos en el pueblo. El 25 de marzo de 1940 nació la niña.

         No tenía todavía un mes cuando llega un día, de noche, el alguacil y le dice a mi marido:

Oye, Valerio, que te llama el Tío Jacinto.

El Alcalde. Era raro que le llamara a esas horas, aunque se conocían y le había ayudado, porque era un hombre bastante burro. Yo sospeché lo que pasaba, se lo quise decir a él al darle la pelliza, pero no pude. Él no pensó nada, pero cuando se fue, corrí detrás de él.

Eran tres policías de la Brigada de Investigación Criminal que estaban en el Ayuntamiento. Los periódicos habían publicado la foto como que nos buscaban y nos habían encontrado. Por una rendija de la puerta vi cómo empezaban a pegarle y cómo le esposaban.

Nos llevaron a los dos a la cárcel, él a la de Santa Rita, en Carabanchel, y a mí a la de Ventas. El día 21 de diciembre de 1944 nos juzgaron por rebelión militar y nos acusaron de haber matado al cura don Pedro. Antes no valía eso de estar detenido setenta y dos horas: más de cuatro años estuvimos nosotros sin juicio. En ese tiempo a él le habían sacado cinco veces de la cárcel para darle palizas que le mataban.

Nos condenaron a muerte y a él lo fusilaron el día 14 de marzo de 1945. El cura que decían que habíamos matado nosotros durante la guerra murió dos años después, en el 47. Lo encontraron muerto sentado en el wáter de un bar de Madrid, no sé lo que le habría pasado.

Yo en la cárcel de Ventas lo pasé muy mal. Hay un libro publicado en Francia de una que salió con vida y todo lo que cuenta es cierto. Yo estaba con mis dos niñas -al chico lo metieron en un colegio- y tuve suerte que sólo pasaron allí el sarampión y la varicela. Pero morían muchos niños pequeños del hambre y de los malos tratos. Las funcionarias los cogían y los tiraban amontonados en los retretes y las madres teníamos que hacer guardia para que no se comieran las ratas los cuerpecillos. La vida en aquella cárcel fue muy mala.

Salí el 3 de abril de 1947, pero luego he estado detenida muchas veces por ser comunista, la última en 1970. En el año 48 me tuvieron un mes en la brigadilla de la estación de Atocha y en nueve días me dieron veintisiete palizas a tres diarias.

 

Mis informadores, ya fallecidos, me contaron que a Valerio “le echaron el ojo en el ferrocarril de Villamiel” e incluso me indicaron en qué lugares del pueblo se refugiaron, pero lo perdí en mi memoria por no haberlo anotado.

 

Crescencia García Serrano, la señora que dio cobijo al matrimonio, fue la viuda de Julián del Viso Ramos (alias “el Churro”), ejecutado en la prisión del Partido Judicial de Torrijos el 11/11/1939. Por la información que ofrece el texto respecto a que el marido estaba preso, podemos fijar que llegaron a Huecas antes del mes de noviembre porque el día 11 fue ejecutado su marido. Por otra parte, el texto menciona que "los fascistas le habían matado a una hermana", la hermana se llamaba Felipa y fue ejecutada en Huecas junto a su madre el día 03/12/1936. A su padre, Emilio, ya lo habían fusilado el día 09/10/1936. Otro hermano suyo, Inocente, estuvo encarcelado.


Crescencia cumplió pena de prisión en la cárcel de mujeres de Madrid en 1941 por condena de los Tribunales Militares Franquistas y en la de Toledo en el año 1942 durante 100 días por no pagar una multa de 1.000 pesetas. Crescencia aparece en el sumario abierto a Valerio, alcalde de Santa Cruz de la Zarza, a su mujer Teodomira y otras personas más (sumario 104585). A pesar de las dificultades, Crescencia sacó adelante a sus hijos y tuvo otra pareja.

 

El alcalde de Huecas en esas fechas no era Jacinto, lo era Lucio Jiménez Cervantes, alias “el Morato”, desde el día 05/02/1940. El único Jacinto podría ser Jacinto Rodríguez Redondo (el carpintero, alías “el tío Santana”) pero no formaba parte ni del Ayuntamiento ni del Juzgado Municipal. Quizá, fue llamado por el juez municipal y no por alcalde, en ese caso atendió la llamada de Julián Gabriel, que también era el sacristán. El alguacil era Eladio del Olmo.

 

Rocío nació en Huecas, está registrada en el Juzgado Municipal y en la Parroquia pero parece que los datos son intencionadamente falsos. Las partidas indican que nació a las dos horas del día 25 de febrero de 1940 (no marzo) en la calle Honda. Hija natural de Martín Martínez Valero, natural de La Unión (Murcia), de 29 años, profesión quinquillero y de Dolores Gallardo Cano, natural de Lucillos (Toledo), de 29 años de edad y profesión sus labores. Nieta paterna de Rogelio y Adela, naturales de La Unión (difuntos) y por línea materna de Jesús y Eusebia, naturales de El Carpio y de Erustes respectivamente (difuntos). Fue su madrina, por supuesto, Crescencia García Serrano.

 

 

Firma de Valerio Fernández como Martín Martínez.

 

Fuentes

 

-       TORBADO, J. y LEGUINECHE, M. Los Topos. 1999. Páginas 24-25.

-       Archivo Histórico de Defensa (Paseo de Moret, Madrid). Fondo Justicia Militar, Sumario 104585 Legajo 5137.

No hay comentarios:

Publicar un comentario